La reforma del 46-49 elimina toda limitación legal o convencional a la actividad del gobierno en materia monetaria y bancaria. El intervencionismo estatal en materia económica se lleva a sus ultimas consecuencias. Este sistema tenía como infraestructura ideológica al nacionalismo económico, la autarquía, la desconfianza frente al capital extranjero y el propósito de crecer con lo nuestro mediante un aumento del consumo impulsado por aumentos masivos de los salarios nominales y de las prestaciones sociales, que habría de satisfacerse mediante el desarrollo de la producción nacional, especialmente industrial.
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